Desde finales de marzo, al principio de la floración de los ciruelos, y hasta finales de mayo, cuando los últimos pétalos de los cerezos en flor caen al suelo, se da en Japón uno de los acontecimientos más espectaculares que se repite cada año. En artículos anteriores, ya he hablado de ello. A lo largo de todo el país, en algunos lugares antes, en otros después, dependiendo de la climatología, los campos, parques y jardines se visten de tonos rosa y blanco. La primavera marca un momento de renacimiento y de celebración de la naturaleza y del ser humano en todo el país.





