viernes, 23 de diciembre de 2011

"Kadomatsu" y "Shimekazari": adornos de Año Nuevo

La historia de la religión en Japón tiene un largo proceso de influencias recíprocas entre las tradiciones religiosas; tiene como característica común el sincretismo, es decir, la mezcla de varios sistemas de creencias y prácticas religiosas; aunque mayoritariamente se procesa el budismo y sintoísmo. Por ello la Navidad no se celebra al menos como nuestro sentido más religioso; influenciado por occidente se celebra de una manera y fin más comercial y consumista.

En cambio si es muy importante para ellos la celebración del Año nuevo, una de las grandes celebraciones y fiestas del país.

En Año Nuevo se supone que los dioses visitan las casas, por ello días antes, se hace una gran limpieza general o “susuharai”, todo debe estar reluciente para la llegada de los dioses y hay que darles la bienvenida como se merecen, por ello las entradas y puertas de las casas, comercios, edificios se engalanan y adornan con los motivos típicos para la ocasión: el “kadomatsu” y “shimekazari”.

“Kadomatsu” significa literalmente, "puerta de pino"; tradicionalmente se colocan en parejas frente a las entradas de las casas, edificios o comercios, uno a cada lado, representando la dualidad femenina y masculina; con el fin de honrar y recibir el “toshigami” (dioses de Año Nuevo), quienes traerán una abundante cosecha para los agricultores y otorgarán la bendición de los antepasados. Se colocan después del día de Navidad y permanecen hasta el día 7 de enero, aproximadamente. En muchos casos después de esta fecha, el “kadomatsu” se quema para apaciguar a los “toshigami” y ponerlos en libertad.

Aunque los diseños puedan variar según las regiones, en todos hay en común, 3 elementos básicos de gran importancia que representan y significan los buenos deseos para el nuevo año: el “take” o bambú: significa longevidad; el “matsu” o pino: significa prosperidad y por último, el “ume” o ciruelo: significa firmeza y constancia.


La parte central del "kadomatsu" está formado por tres grandes brotes de bambú. Al igual que en el ikebana, los brotes son colocados a diferentes alturas y representan el cielo, el hombre y la tierra; siendo el cielo el brote más alto y la tierra el más bajo. En algunos “kadomatsu” el hombre y la tierra están a la misma altura. Alrededor del bambú se coloca y adorna el pino, el ciruelo se coloca en uno de los lados. Además se pueden acompañar y decorar con otros motivos. Todos los elementos del “kadomatsu”, están unidos por una estera o cuerda tejida con paja.

Otro adorno típico para la celebración de Año Nuevo es el “shimekazari” y recuerda a una barrera, una “barrera” normalmente trenzada y hecha con paja de arroz, con el fin de prevenir y protejer la entrada de los malos espíritus, de las malas vibraciones o la mala suerte; podríamos decir que es una decoración tipo amuleto.

El “shimekazari” lo encontraremos en las entradas de los santuarios y sobre el frente de las puertas de las casas. Al igual que el “kadomatsu”, existen muchas formas y tamaños, así como el diseño y forma de colocarlos, dependiendo de las diferentes regiones; pero todos tienen en común que su principal elemento es una cuerda trenzada hecha de paja de arroz o “shimenawa”. Esta cuerda o soga simboliza que el lugar, es un sitio sagrado. En la mayoría de los santuarios y altares que hay en los hogares, suele ser de forma recta, aunque otros diseños adoptan una forma redonda, como una corona.











La cuerda o “shimenawa” es decorada también con diferentes elementos y adornos que propiciarán y atraerán la buena suerte y el buen augurio: tiras de papel blanco y rojo, naranjas de sabor amargo, hojas de helecho, un abanico, pequeños animales como tortugas, langostas o grullas, monedas de color dorado, un pequeño gato o “manekineko”, guindillas, paja y espigas, pino………


Cada uno de estos adornos y elementos son importantes ya que representan y simbolizan los mejores deseos de longevidad, protección, éxito, prosperidad, abundancia…, para los que visiten y entren en un santuario u hogar nipón.


sábado, 17 de diciembre de 2011

Escuela Ikenobo: Exposición de Ikebana Navideño

En el año 2012 se cumple el 550 Aniversario de la fundación de la Escuela Ikenobo de Kyoto; la escuela de ikebana más antigua de Japón.

Entre el 13 y el 18 de diciembre de 2011, Espacio Sony (C/ Serrano, 12; de Madrid), en horario ininterrumpido de 10.00 a 21.00 h, acoge esta exposición de ikebana navideño.

Dirigida por la maestra Rikako Yano y en la que podremos apreciar obras de sus alumnos; es la primera de tales características que se realizarán. Durante mucho tiempo Japón ha sido un país sin tradición navideña. Influenciado por occidente, poco a poco la Navidad y su decoración van ocupando un lugar en los hogares japoneses. Ahora, la Escuela Ikenobo muestra el Ikebana, el tradicional arreglo floral japonés, en su vertiente más innovadora y creativa.

jueves, 8 de diciembre de 2011

Ikebana para "Entredós Antigüedades"

Este ikebana de estilo "moribana", con toques navideños, es el resultado del encargo efectuado por parte del anticuario "Entredós Antigüedades. Arte y Antigüedades" situado en la llamada "Milla de Oro", en la prestigiosa C/ Ortega y Gasset, 8; de Madrid.

Sobre un recipiente de plata, tipo plato, he creado este ikebana con ilex (bayas rojas), anturios blancos, pino y muérdago; elementos usados tradicionalmente para estas fechas, los elegantes anturios blancos (también color muy navideño) aportan un toque diferente.

Como resultado, un sencillo y armonioso ikebana a la par que vistoso y elegante.

jueves, 24 de noviembre de 2011

Japón en el Museo del Traje: exposición "The Nature Spirit, Arte Textil Contemporáneo Japonés".

Desde el pasado 18 de noviembre y hasta el próximo 15 de enero, la Universidad Complutense de Madrid y la organización internacional World Textile Art presentan la exposición “The Nature Spirit, Arte Textil Contemporáneo Japonés”, en las salas del c arte c, del Museo del Traje de Madrid.

La exposición, comisariada por Hideho Tanaka, es una reflexión sobre la propia vida y la relación del hombre con la naturaleza y con su entorno a través de los elementos que la componen. El canal de expresión es el tejido sobre el que se hace una lectura de la relación del arte japonés milenario con la naturaleza.

Como complemento al proceso creativo de este arte actual y a la vez milenario, se ha desarrollado una programación cultural llamada “Encuentros con Japón” con actividades relacionadas con la cultura japonesa.

Entre estas actividades encontraremos diferentes talleres, conferencias, demostraciones o exposiciones; desde un taller de “furoshiki” (arte de envolver objetos en tela), o un taller de dibujos patrones misteriosos con tinta china, a un taller de "origami". Diversas conferencias sobre el Arte Contemporáneo textil Japonés-“Alabanza para la naturaleza” y “Expresar la voz interior” o conferencia sobre "haiku" (lectura de los "haikus" intercalados con melodía). Demostraciones sobre el uso del kimono infantil; charla y degustación de Sake; charla y demostración de "Karahuri-Ningyo" Muñecos autómatas); exposición de Bonsái, Suiseki y Kokedama. Demostración de Bonsái e Ikebana (día 26 de noviembre a las 17.30 h).

Os animo a que visitéis esta interesante exposición y al tiempo descubrir y conocer otros aspectos de la cultura japonesa. Asimismo, una buena excusa para conocer y visitar el Museo del Traje, un curioso e interesante museo, ubicado en una tranquila zona y rodeado por grandes arboles y cuidados jardines.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Un origami de otoño

Como ya sabeis, el origami es el arte de origen japonés consistente en el plegado de papel, para obtener figuras de formas variadas. En español, este arte lo conocemos como papiroflexia, aunque se le conoce más por su nombre oriental, origami.

Según la filosofía oriental, el origami aporta calma , paciencia y perseverancia a quien lo practica.

En el origami no se utilizan tijeras ni pegamento o grapas, tan sólo el papel y las manos. Por lo tanto, con sólo algunas hojas de papel pueden obtenerse distintos y diferentes figuras o incluso cuerpos geométricos.

Buscando fotografias para el artículo anterior, "Estampas otoñales", descubrí esta curiosa fotografia. Curiosa no por que se trate de una rara o extraña fotografía, simplemente curiosa por su originalidad y sin duda su trabajo.

En este caso nos encontramos con esta bonita y asombrosa estampa otoñal, un original origami totalmente otoñal; con todo detalle, su geisha, su arbol y hojas, etc....

Desde aqui un bravo para el autor, por su originalidad, por su creatividad, por su destreza y paciencia.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Estampas otoñales

Ya hemos dicho en alguna otra ocasión que el otoño es una de las mejores épocas y estaciones del año para viajar y descubrir Japón.

Es en esta época cuando el follaje de las montañas se torna de colores rojo, anaranjado y amarillo, la gente preparan su "bentoo" (pic-nic) y salen a caminar y pasear por las montañas, parques, jardines con el fin de poder contemplar el espectacular follaje de otoño.

El Otoño en Japón es especialmente hermoso y contemplar el colorido de las hojas de los arboles es una tradicional afición de los japoneses.

Este periodo del año se le conoce como "koyo" (en mi artículo "Koyo: las hojas rojas del otoño japonés". 08/10/10; ya hablé de este periodo) y hace de los bosques y jardines y en general de los paisajes naturales, un espectáculo visual incomparable, muy especialmente las diferentes tonalidades y matices de ocres a rojizas de los arces o "momiji".

Yo, aún no he tenido la ocasión y oportunidad de visitar Japón y como consecuencia no tener fotografias de esos instantes. Por ello y de momento, me conformo con dejar volar mi imaginación y sentidos, contemplando algunas de las muchas fotografías que "circulan" por la red, para deleite de todos. Espero que al igual que yo, os gusten estas fotografias y me acompañeis a "viajar", perdiendonos en estas bellas estampas otoñales.

martes, 1 de noviembre de 2011

Ikebana: principios, líneas y elementos


En los primeros artículos de este blog, hice mención de una manera general sobre las líneas básicas y principios que componen el ikebana. Este artículo no es una clase teórica sobre la composición de un ikebana, trato de aclarar más sobre el sentido no solo estético, ornamental y decorativo de los ikebanas. Trato de explicar las principales líneas que componen un ikebana, el porqué de una altura, su colocación, los elementos que conlleva, los complementos de las líneas principales....

En cada composición floral o ikebana hay tres alturas fundamentales, tres alturas, líneas o elementos que conforman un triángulo en el universo, compuesto por el Cielo, el Hombre y la Tierra; este “Principio del Tres”, tiene su origen y se basa en la filosofía budista, siendo un principio espiritual. Estas líneas representan la luz y la sombra (como concepto de personalidad); lo que podríamos llamar el "Principio del Tres" (como concepto cósmico), representado por las tres líneas maestras de diferentes alturas que rigen el universo son: el Cielo (Sin), el Hombre (Gyo) y la Tierra (Tome); todo lo que hay en el Cielo, sol, luna, nubes, aire, lluvia... da energía y alimenta a la Tierra; asimismo, la Tierra la transmite a los seres vivos, a el Hombre, a las plantas, a las flores, a los animales......, de este modo se produce y mantiene el equilibrio y armonía universal.

Cuando creamos un ikebana tratamos de representar esta armonía del universo en nuestro centro floral, ayudándonos a recapacitar y descubrir nuestra situación en el mismo.

En el ikebana proyectamos en un pequeño espacio, estos tres elementos, en tres zonas bien diferenciadas y marcadas. Una zona de los sentidos y sensaciones, el Hombre (Gyo), estaría situado entre la zona de lo espiritual, el Cielo (Sin) y la zona material y terrenal, la Tierra (Tome); alimentándose de ambos, del cielo de todo lo espiritual y de la tierra de todo lo material; del equilibrio de todas las partes consistirá la belleza y armonía de nuestro ikebana.

El "Sin": es el primer elemento o línea principal que se coloca y sitúa en la composición; va a determinar, según las características propias de las ramas o de los tallos, que se ubique orientado hacia la izquierda o hacia la derecha. Hay que tener en cuenta que cualquier rama tiene un anverso y un reverso, anverso donde da la luz a las hojas y el reverso donde no. Nunca situaremos el reverso al frente, donde se visualizará el ikebana porque dará la sensación de estar viendo el trasero de la composición. Para el “sin” podemos utilizar ramas, tallos, hojas, etc. Es el punto más alto, por lo que habrá que contar con esa característica a la hora de escoger este elemento para elaborar un ikebana. Respecto a la forma, puede ir colocado de manera vertical, inclinado, hacia fuera, oblicuo, etc. Significa y es la parte más elevada y espiritual de las cosas; funciona como una especie de pararrayos que transmite la energía del cielo y de la tierra al hombre.

El "Gyo": es el segundo elemento o línea principal; generalmente se sitúa en diagonal al “sin” y al “hikae” (hablaremos más tarde) y en sentido opuesto a ellos; colocándose bastante más inclinado, en una zona intermedia entre el “sin” y el “tome”. Representa al Hombre, a sus sentimientos, sensaciones y emociones. Forman una primera estructura básica triangular: “sin”, rama alta y vertical, detrás “hikae” y en sentido opuesto a ambas el “gyo”. Tiene por función equilibrar el centro, al ir al lado contrario del “sin”, y crear el “universo” o espacio entre las ramas. Al igual que el “sin” y “hikae”, son siempre del mismo material.

El "Tome": es el tercer elemento o línea; es de un material distinto a los elementos anteriores y siempre se coloca en el lado opuesto al “gyo”, justo debajo del “sin”. Su colocación y posición es siempre más baja que el “gyo”, como si se pretendiera tocar el suelo pero sin que caiga hacia abajo ya que le restaría energía. Incluso cuando se usan “tomes” que cuelgan de jarrones (en el estilo “nagueire” por ejemplo), la punta siempre debemos de tratar que levante un poco hacia arriba. Es el elemento Tierra, el más bajo, en la zona húmeda, representa lo terrenal y material, las cosas a las que tenemos apego, las cosas materiales. Tiene que tener volumen en la zona frontal del “sin”.

Además de los tres elementos principales y líneas que componen el “Principio del Tres”, en la composición de un ikebana nos encontraremos con dos elementos más; el "Hikae": es la rama que queda tras el “shin” y tiene una altura aproximadamente de dos terceras partes de éste. Si el “sin” está muy ramificado, una de estas ramas hace las funciones de “hikae”. Esta rama o elemento tiene la función de otorgar y dar profundidad al centro; y el "Do": son las flores que colocamos en el ikebana; su elección y disposición representa al “ikebanaka”, la persona que realiza la composición. Es en cierta medida una proyección de quien realiza la composición: unas flores más altas de lo normal representará un estado de ánimo elevado, en cambio unas flores pequeñas y escondidas puede significar un estado de ánimo más recogido. Generalmente van en número impar, el único número par permitido es el 2 que representa el “yin” y el “yang”. La colocación de las flores no es dificultosa y depende siempre del tipo de flor. Con el tiempo se aprende a colocarlas según su tipo, forma, color, etc. Hay que evitar colocarlas a la forma occidental como si las dispusiéramos en un jarrón o búcaro, todas apretadas y mezcladas con verde. Generalmente hay que disponer las flores a diferentes alturas, aprovechando la forma y movimiento de cada flor, y sacarlas del centro de la composición, como si recibieran o miraran a la persona que las contempla; de este modo conseguiremos armonía y equilibrio.

Aunque las líneas y elementos principales de un ikebana son las que hemos citado anteriormente, cada elemento (sin, hikae, tome...) puede tener un complemento o “soe” que le acompañe, resaltando la línea y aumentando la armonía. Algunas veces los elementos, por su textura, forma…., quedan escasos o pobres y por consiguiente requieren de algunos complementos para equilibrar la composición. Estos “soe” deberán ser toques sutiles, normalmente de otro material y se colocan cerca de ellos. Así podemos disponer de “soe de do”, “soe de tome”, “soe de sin”…….

Otro aspecto muy importante en la composición de un ikebana es la creación de vacíos entre las líneas o elementos; algunas escuelas llaman "ku" a este vacio, en mi escuela, lo conocemos simplemente como espacio de alivio. Al igual que la música dispone de notas y silencios en las composiciones, la creación de vacíos o espacios de alivio en el ikebana son fundamentales porque de ellos depende la aparición del espacio. Es un elemento nuevo que no se tiene en cuenta en las composiciones occidentales. Los espacios de alivio van a provocar transparencia y sensaciones ligeras en la composición. El espacio de alivio más importante que tenemos que respetar es el situado entre el “sin” y el “gyo”.

La siguiente fotografía muestra un ikebana de estilo "moribana", donde de manera clara y marcada se muestran y ven las líneas y elementos, de los cuales hemos hablado. Las espadañas o puro marcan las lineas del "sin", "hikae" y "gyo"; tambien vemos un "soe" de "sin", una gran hoja de monstera conforma el "tome", dos alegres gerberas forman el "do" y unas ramitas de limonium hacen de "soe" de "do". El conjunto de todos los elementos, hacen que este ikebana resulte sencillo, bonito, alegre y elegante; a la par que armonioso y equilibrado.

Podemos decir que todos los elementos que aparecen y componen un ikebana (sin, hikae, tome, do y gyo) son puntos en el espacio, a los cuales se puede llegar no solamente en línea recta, sino de cualquier forma: en curvatura, inclinada, oblicua, invertida (como en cascada)…. La cuestión es llegar a través de las ramas o de las flores hasta ese punto en el espacio. Igualmente se especifica que no son puntos rígidos, inamovibles, puesto que, muchas veces, habrá que adaptarse a las ramas y flores que disponemos en ese momento.

El atractivo del ikebana consiste en el contraste que se produce con nuestra propia tradición de arreglos florales. En occidente el principio de simetría lo rige todo, en cambio la tradición japonesa predica la búsqueda de la armonía y del equilibrio a través de la asimetría (regla fundamental del ikebana). Y contra nuestra concepción de vitalidad y riqueza por acumulación de elementos (en la cultura occidental), el ikebana prefiere la simplicidad refinada, que se organiza de modo que produzca una sensación de volumen y relieve, y sobre todo obtener un conjunto armonioso con esa simpleza, que se traduce en una sutil y depurada estética.

martes, 11 de octubre de 2011

"Unmei no akai ito": el hilo rojo del destino

Como veréis, nada tiene que ver este artículo con el ikebana; por ello, me he tomado esta pequeña licencia y contaros una bonita historia, cuento o leyenda japonesa acerca del destino, del destino entre las personas.

Siempre he creído que todas nuestras acciones tienen un destino, independientemente si llegan a buen puerto o no; las situaciones, los hechos ocurren o no ocurren por un porqué que a veces no conseguimos entender.


Los japoneses tienen la creencia de que las personas predestinadas a conocerse se encuentran unidas por un hilo rojo atado al dedo meñique. Es invisible y permanece atado a estas dos personas destinadas a encontrarse, independientemente del momento de sus vidas en el que las personas vayan a conocerse, a pesar y sin importar el tiempo, el lugar, las circunstancias…. Muchas veces este hilo es tan largo que nunca podemos encontrar a la persona atada al otro extremo, en otros casos el hilo está roto y nunca nos lleva a ningún sitio; el hilo se podrá enredar y liar, se podrá tensar y estirar, pero nunca se podrá romper, una muestra del vínculo que existe entre ellas.


Existen varias leyendas acerca de cómo surge el hilo rojo del destino. Una de estas leyendas, surge cuando se descubre que la arteria lunar conecta el corazón con el dedo meñique. Al estar unidos por esa arteria se comenzó a decir que los hilos rojos del destino unían los meñiques con los corazones; es decir, simbolizaban el interés compartido y la unión de los sentimientos.

Durante el Periodo Edo (1603 a 1867) algunas mujeres se amputaban el dedo meñique para demostrarles su amor a sus maridos. Se consideraba un símbolo de completa lealtad, algo similar a lo que hacen y siguen haciendo los “yakuzas” hoy en día como símbolo de obediencia a su “oyabun” (jefe), (aunque en este último caso también se atribuye esa amputación a su descendencia samurái y a su imposibilidad así de manejar la espada). Por eso en japonés, los kanjis de “promesa de meñique” significan “dedo cortado”. Los japoneses suelen cerrar promesas haciendo una “promesa de meñique”, como a la que corresponde esta canción infantil:

“Yubikiri genman, uso tsuitara hari senbon nomasu… ♪”
“Promesa de meñique, si miento me tragaré mil agujas…♪”

Otra leyenda sobre el hilo rojo, cuenta como un anciano que vive en la luna, sale cada noche y busca entre las almas aquellas que están predestinadas a unirse en la tierra, cuando las encuentra las ata con un hilo rojo para que no se pierdan y puedan encontrarse.

Pero posiblemente la leyenda o cuento más popular y la que se recita y cuenta en casi todos los hogares japoneses es la siguiente: “hace mucho tiempo, un emperador se entero de que en una de las provincias de su reino vivía una bruja muy poderosa que tenía la capacidad de poder ver el hilo rojo del destino y la mando traer ante su presencia.

Cuando la bruja llegó, el emperador le ordeno que buscara el otro extremo del hilo que llevaba atado al meñique y lo llevara ante la que sería su esposa; la bruja accedió a esta petición y comenzó a seguir y seguir el hilo. Esta búsqueda los llevo hasta un mercado en donde una pobre campesina con una bebe en los brazos ofrecía sus productos. Al llegar hasta donde estaba esta campesina, se detuvo frente a ella y la invito a ponerse de pie e hizo que el joven emperador se acercara y le dijo : “Aquí termina tu hilo” , pero al escuchar esto , el emperador enfureció creyendo que era una burla de la bruja , empujo a la campesina que aun llevaba a su pequeña bebe en los brazos y la hizo caer haciendo que la bebe se hiciera una gran herida en la frente , ordeno a sus guardias que detuvieran a la bruja y le cortaran la cabeza.

Muchos años después, llego el momento en que este emperador debía casarse y su corte le recomendó que lo mejor era que desposara a la hija de un general muy poderoso. Aceptó y llegó el día de la boda y el momento de ver por primera vez la cara de su esposa, la cual entro al templo con un hermoso vestido y un velo que la cubría totalmente.

Al levantarle el velo vio por primera vez que este hermoso rostro tenía una cicatriz muy peculiar en la frente.“

En nuestra vida, podemos conocer a muchas personas, pero siempre existen aquellas que son especiales y es como que hay algún lazo invisible que nos une a estas personas para siempre.

Tal vez esta leyenda tenga parte de verdad, porque es innegable que existe algo que nos une y hace encontrarnos con la persona adecuada o destinada.

lunes, 3 de octubre de 2011

II Bienal de Art Maison Japón 2011

Si eres de los que les gusta el arte japonés, estás de suerte porque el Palacio de Congresos de Madrid albergará del 7 al 9 de octubre la II Bienal de Art Maison Japón 2011, una impresionante cita que te dará la oportunidad de contemplar más de 250 obras de arte japonés y español. Por lo visto, entre tanto arte y tantos artistas hay sabios japoneses de hasta 80 y 90 años, y me ha asegurado la comisaria que el arte de su sobras expuestas será, sin duda, “una gran inspiración” para los jóvenes artistas españoles que se acerquen a la exposición, especialmente por el ambiente propiciado por la unión de las dos nacionalidades que, en su opinión, será “realmente vistoso y lleno de obras para todos los gustos”.

"Wa’Art Proyect" dará el pistolezo de salida a las 19:00 horas del 7 de octubre. Será en ese momento cuando se cortará la cinta al estilo japonés, ante la presencia de los propios artistas, muchos de ellos llegados desde el país nipón.

Por otra parte, al día siguiente tendrá lugar la inauguración del monumento conmemorativo "Desde la Tierra-Desde el Universo" que, según explican los organizadores, en él irán esculpidos los nombres de todos los artistas que exponen en la bienal.

Por cierto, la entrada es gratuita así que no hay excusa para contemplar la obra de tantos y tantos artistas que, ya verás, tendrá tanto éxito y tanta aceptación como la "Art Maison Japón" que se celebró hace dos años y que también juntó a dos mundos a través del arte.

Y ahora una curiosidad: resulta que en japonés hay dos palabras que se pronuncian "wa", pero cada una con un significado diferente. La primera "wa" es que contiene en el propio carácter la tranquilidad, algo así como el deseo de todos los pueblos del mundo de vivir en serenidad a través del poder que el arte posee para calmar el corazón y la mente. Sin embargo, la segunda acepción de la palabra "wa" es y se refiere a un anillo o círculo como el que “conecta a Japón y todas las otras personas del mundo”.

Pues bien, en cierto modo, tal y como explica Art Maison Selecting Comité, “el arte supera las barreras de los idiomas y sirve como un lenguaje global común”. Así, el objetivo que de esta II Bienal es servir como una exposición en la cual “muchas personas puedan crear un círculo mediante el arte y, de este modo, expandir la tranquilidad o paz alrededor del mundo”. ¿Bonito, no? Pues no te la pierdas. ¡Puedes aprender mucho de estos artistas japoneses!

(Artículo del Blog Obra Social Caja Madrid. www.creacionjoven.com)

domingo, 14 de agosto de 2011

"Tsukimi": ¿un conejo en la luna?

¿Quién no se ha parado alguna vez en su vida a observar y contemplar la luna y dejar volar la imaginación hacia mundos lejanos y extraños, motivados por su encanto?. ¿ Que tiene la luna que nos cautiva y "engancha"?. La luna ha estado presente en la vida del hombre desde tiempos inmemoriales, hasta tal punto, que algunas culturas la elevaron al rango de Dios.

En Japón, el hecho de contemplar la luna se le conoce como "tsukimi", literalmente "ver la luna" y es una original y bonita tradición con más de 1500 años de antigüedad.

En las noches de luna llena que coinciden aproximadamente con el calendario lunar, entre el 15 de agosto y el 13 de septiembre; los japoneses salen a los jardines públicos, particulares o espacios al aire libre, para contemplar la luna más brillante y bella en su máxima plenitud; así como el conejo que vive en ella amasando “mochi”.

Esta celebración y tradición, fue en el pasado, una manera de hacer una ofrenda a la diosa de la luna japonesa “Tsukiyomi no Kami”, hermana de la diosa del sol, conocida como “Amaterasu-Omikami” y de la que se dice que desciende la familia imperial japonesa. Tradicionalmente, esta costumbre era practicada por la corte imperial, en lugares de gran belleza natural y tranquilidad. Se originó como una práctica religiosa de los agricultores de orar y pedir por una cosecha abundante.

Hoy por hoy es complicado encontrar un lugar parecido en el Japón moderno para recrear esta tranquila contemplación de la luna, pero a pesar de esto, los japoneses siguen disfrutando de esta actividad.

Los japoneses de todas las edades creen que en la luna hay un conejo que amasa “mochi”, un tradicional pastelito de arroz. Si preguntas a un japonés qué forma tienen las manchas de la Luna, te dirán sin dudarlo que es un conejo con un mazo amasando “mochi”. También te dirán que es de color amarillo. Aquí podemos verlo representado en un tradicional dibujo japonés inspirado en el Buda–Conejo que el rey del Cielo dibujó sobre la superficie de la Luna para recordar su voluntad, su sinceridad y su valor.

Esta creencia de que en la luna viven conejos, viene del budismo, es una leyenda originaria de la India que se transmitió y se adaptó en Japón como actualmente se la conoce, “tsukimi”. Según la leyenda, el espíritu de la luna se encarnó, hace mucho tiempo, en el cuerpo de un anciano, que fue suplicando a varios animales que le dieran comida. Cada animal fue ofreciéndole algo, pero cuando llegó al conejo, éste no tenía nada que pudiera ofrecerle, por lo que hizo que el resto de animales preparara una hoguera y se ofreció a sí mismo al anciano. El anciano, entonces, se mostró como el dios de la luna y recompensó al conejo llevándole con él a la luna para que viviera allí para siempre.

En Japón se cree que lo que hace el conejo, en vez de crear el elixir de la inmortalidad, es amasar “mochi” (dulce de arroz) con un mazo. Este proceso de amasar el “mochi” se dice en japonés “mochitsuki” que casualmente coincide con la pronunciación en japonés de la palabra “luna llena”.

Y así es como con un poco de imaginación podemos ver la forma del conejo en la Luna, que según la tradición japonesa amasa “mochi”:

Dicen que la luna de esta época es la luna más bella de todo el ciclo anual, por lo que este festival o tradición se realiza normalmente a mediados de septiembre (coincidiendo con la entrada del otoño). Sin embargo, dada la naturaleza de este suceso, la fecha real depende de cada persona, familia, o grupo de amigos, ya que no es como otras fiestas que tienen fecha establecida. Además, aunque existen unos pocos templos y parques que realizan fiestas para contemplar la luna en varias noches, la mayoría de los japoneses disfruta de esta festividad en la privacidad del hogar.

Para esta tradición, los preparativos son artísticos, pero no especialmente complicados. Se suele realizar un arreglo floral utilizando hierbas del tipo “susuki” y otras flores y plantas estacionales. Si se desea cumplir perfectamente con las tradiciones, deberían mostrarse las siete hierbas de otoño, o “aki no nanakusa” . Estas siete hierbas son el trébol en arbusto o “hagi”, eulalia o “susuki”, pueraria o “ arruruz o kuzu”, clavel salvaje o “nadeshiko” , patrinia u “ominaeshi”, cáñamo o “fujibakama” y finalmente la campanilla china o kikyō.

Y al igual que cada festival japonés lleva aparejado un tipo especial de comida, el “tsukimi” no es una excepción. En este caso, lo tradicional es comer y ofrecer un plato de “dango”, bolas de masa hervida hecha de “mochiko” (harina de arroz); enrolladas en forma de luna y del tamaño de pequeñas pelotas, que son hervidos o al vapor y se presentan generalmente en una pila en forma de pirámide. Junto con el “taro” y el “susuki” o hierba de las pampas, las bolas de “dango” se ofrecen tradicionalmente a la luna llena. También es típico tomar “soba”, fideos finos de harina de trigo y servidos en caldo caliente como una sopa de fideos y adornado con “nori” (alga marina) y un huevo crudo que escalfa en la sopa caliente. Los fideos de trigo se parecen y representan el cielo en la noche, mientras que la yema de huevo representa la luna rodeada por una fina nube lechosa de la clara de huevo que flota libremente en el cielo.

También se utilizan como ofrendas castañas, verduras de temporada cocinadas o frutas de temporada. La cerveza, sake, e incluso té verde, completan las ofrendas gastronómicas a la luna en esta tradición, que luego son consumidas tranquilamente durante la contemplación de la luna; donde se han reunido familiares y amigos en un lugar al aire libre donde se pueda ver la luna con claridad, y en donde se pueden pedir deseos, se escucha y toca música con “koto” o “shakuhachi”.

Ya hemos hablado de la admiración y respeto de los japoneses por la naturaleza, así como las fiestas y tradiciones que celebran diferentes aspectos de la naturaleza o relacionado con ellas (cambios de estación y ciclos naturales). La costumbre de honrar y contemplar la luna de otoño, ha tenido una larga historia en Japón; "tsukimi, ver la luna", es la contraparte del otoño del “hanami, ver los cerezos en flor”, que es a la inversa observada durante la primavera.

martes, 2 de agosto de 2011

"Obon": fiesta y respeto a los ancestros

Ya he comentado en otra ocasión el sumo respeto que tienen y sienten los japoneses por sus ancestros. Dependiendo de las regiones del país, el “obon” se celebra bien a mediados de julio (según calendario lunar) o a mediados de agosto (según calendario solar); así por ejemplo, mientras en Okinawa o en algunas zonas de Tokio, el “obon” se celebra alrededor del 15 de julio; en Kyoto y el resto de Japón sobre el 16 de agosto. El “obon” no es una fiesta nacional japonesa, pero si una de las tradiciones más importantes para los japoneses, una fiesta y periodo para rendir tributo y oración por el eterno descanso de las almas de los difuntos y antepasados, para agradecer por todo lo que hicieron por nosotros. Buscando una similitud con nuestras tradiciones, sería como nuestro día de "Todos los Santos".

Es una tradición que se empezó a celebrar desde principios del s.VII a.c., en la que se dice que los que están en el otro mundo, “vuelven” para reunirse unos días con sus familiares. Los japoneses creen que durante estos días, los espíritus de sus ancestros regresan a sus casas, a sus orígenes para reunirse con sus seres queridos durante esta conmemoración. A pesar del carácter de la tradición, no tiene nada de triste, al contrario, es una buena oportunidad para reunirse toda la familia desde distintas partes del país, es un periodo importante para las familias, porque permite reunirse y reencontrarse. Con tal motivo esta tradición es aprovechada por muchos japoneses para tomarse una semana de vacaciones para reunirse con sus familias y regresar a los lugares de origen.

Durante esos días la gente limpia sus casas, así como las tumbas de sus ancestros, colocan flores y derraman agua sobre ellas en una pequeña ceremonia denominada “haka mairi” y preparan los altares o “butsudan” para agasajar y rendir tributo a los espíritus de sus familias. Muchas familias cuentan con un pequeño “butsudan” en sus casas, sino lo tienen se prepara para esa fecha especial. En el se coloca la imagen de Buda, el emblema o escudo de la familia, los “ihai” unas tablitas rojas escritas con el nombre de cada “ausente” y diversas ofrendas: hojas de árboles secas o colgadas, plantas, flores, velas, un “kamidana” (pequeño santuario sintoísta), manzanas u otras frutas, bambú, incienso, miso, una campana, etc.

Durante el “obon”, el aire en las casas y los cementerios se llenan con el olor de las ofrendas de incienso llamado “osenko” Después que la familia ha visitado el cementerio, para “saludar” a sus antepasados, se coloca ofrendas de comida en el altar de las casas o “butsudan”, como por ejemplo bolas de arroz, arroz crudo, flores de loto, berenjenas, calabacín. En algunos altares aparecen los calabacines y berenjenas con palillos semejando las patas de un caballo y una vaca, respectivamente. Según la creencia, se dice que los antepasados llegaban montados en caballo porque quieren ”verse” cuanto antes con sus familiares, y cuando se van lo hacen montados en una vaca, despacio, como lamentándose tener que despedirse hasta el año siguiente. Otra de las cosas que se dicen es que los espíritus vuelven montados sobre el caballo y los “regalos” los llevan las vacas. Hay que recordar que estamos en presencia de nuestros antepasados así que la familia y los invitados deben de comer y celebrar frente al “butsudan” y no en la cocina o lejos del altar. Así mismo, hay que tratar de recordar la vida y acciones de nuestros antepasados; hay que evitar suspirar, hablar de otras personas o hablar de dinero. Por el contrario, hay que agradecer a nuestros antepasados por todas las bendiciones y protección recibidas.

También durante el “obon” se celebran otras costumbres típicas de esta fiesta, como es el “bon odori”, un baile tradicional japonés. El tipo de danza puede variar según la región. Las mujeres y hombres visten con el “yukata” (kimono de verano) y bailan sobre una tarima, donde se toca la música con los tambores “taikos” y música tradicional. La música es alegre para dar la bienvenida a los ancestros, cualquiera puede participar en la danza, sólo hace falta una sonrisa y mirar como lo hacen los demás, siguiendo sus pasos.

Según la tradición, la luz es el elemento que utilizan para guiar el camino de los espíritus para su seguro regreso a casa. Un elemento fundamental e muy importante, es la colocación bien en los interiores y exteriores de las casas de farolillos o linternas de papel llamadas “chouchin”; en otras regiones de Japón las linternas o “chouchin”, son sustituidas por una antorcha de fuego, normalmente de pino o pequeñas hogueras de hojas de cáñamo. Estas antorchas, hogueras y encendido de las linternas se denominan “mukaebi” (fuego de bienvenida o saludo). En algunos cementerios de Japón se encienden velas dentro de las lámparas de piedra que hay alrededor, y se colocan papeles caligrafiados en cada lámpara (para evitar que se apague la vela) dando la bienvenida a los ancestros.

Del mismo modo, el último día de esta tradición las familias encienden de nuevo las antorchas y linternas en lo que se llama “okuribi” (fuego de despedida) para desearle un feliz retorno al mundo de los muertos, y agradecer su visita. Las linternas o lámparas de papel (chouchin) son pintadas con el escudo de la familia, y son transportadas hasta la tumba del difunto para indicarle el camino de regreso y que sepa reconocerlo por el emblema de la familia, a esta acción la llaman “okuribon”.

Dependiendo de la región o ciudad, este último acto se lleva a cabo de un modo diferente; por ejemplo, en Kyoto, 5 hogueras gigantes cada una con forma de un carácter “kanji”, se van encendiendo una tras otra en las laderas de las montañas alrededor de la ciudad para ayudar a los espíritus en su camino de regreso y vuelta al cielo, al mundo espiritual.

Otra espectacular y bonita costumbre en la última noche del “obon”, es el llamado “toro nagashi”, en donde la gente envía a los espíritus antepasados con una linterna de papel, iluminada por una luz en el interior y flotando en un río o en el mar; esta costumbre consiste en hacer barcos de papel, con una vela dentro, que es encendida justo antes de ponerlos a flote sobre la corriente de un río o en el mar, para que se lo lleva lentamente, simbolizando una guía que ayuda a los espíritus a volver al otro mundo.

Esta costumbre puede celebrarse también en otros momentos del año, por ejemplo, para conmemorar las víctimas de los bombardeos nucleares de Hiroshima y Nagasaki. Muchas de las lámparas, llevan inscripciones con buenos deseos y también símbolos de Paz.

La verdad, debe ser algo bastante mágico, contemplar en la noche, un rio o las orillas del mar con cientos de lámparas de papel teñidas del color anaranjado de las llamas que llevan en su interior; una atmosfera especial y muy emotiva, bastante conmovedora.