domingo, 26 de junio de 2011

"Take": el bambú japonés

Prácticamente, todo el mundo conoce el bambú. El bambú es un verdadero regalo de la naturaleza para el ser humano ya que sus propiedades, beneficios y aplicaciones son realmente casi incontables. Esta milenaria planta se ha utilizaba desde tiempos remotos para la caza, pesca, utensilios domésticos, o musicales y ahora se ha implantado en muchos hogares occidentales como adorno. Durante siglos, el bambú ha fascinado a los amantes de las plantas y a los devotos de la artesanía.


En ninguna parte, es el bambú, utilizado con más elegancia y distinción como en Japón. Aquí se le conoce como “take”. Su presencia afecta a cada parte de la vida diaria: el arte, la artesanía, el diseño, la literatura, incluso a la gastronomía. El uso ilimitado de este versátil material, da vida a bellos diseños textiles, decora interiores, restaurantes, adorna en las festividades; desde los más elegantes y refinados, a los más humildes. El bambú luce en el jardín y el hogar, en los accesorios preciados de la ceremonia del té o en los ikebanas, bien en forma de delicado recipiente o como parte de las flores utilizadas; también en un sinfín de artesanías, desde cestas, cuencos y útiles para la cocina, cometas de colores y muñecos; o como decoración en diferentes festividades niponas, como en la celebración del Año Nuevo. En esta ocasión, se incluye dentro de la combinación decorativa llamada “kadomatsu” (artículo de Navidades Niponas Diciembre 2010), formada por el pino (sho), el ciruelo (bai) y el mismo bambú (take). Cada uno de ellos simboliza una virtud humana; el pino: la fuerza, el ciruelo: la elegancia y resistencia y el bambú: la fidelidad y constancia. Tener espíritu de bambú, implica saber adaptarse a las circunstancias, doblarse con el viento y cuando se agacha por el peso de la nieve, esperar pacientemente a que la nieve se derrita para levantarse de nuevo. En definitiva no ser rígido, sino tan flexible como requieran los acontecimientos.


El cultivo y reproducción del bambú japonés, de por si ya es cuanto menos especial, ya que rara vez se reproduce por semillas. El tallo de bambú puede tardar muchos años en florecer, y cuando lo hace y consigue dar un fruto, todo el bambú muere. Por otra parte, esa semilla, una vez plantada puede tardar más de 6 años en ofrecer un brote, pero cuando lo hace su tallo puede alcanzar 3 metros en un mes, ya que crece a la velocidad de 6-15 centímetros diarios, pudiendo llegar a crecer 1 metro al día, lo que le ofrece una cualidad única. Durante los años transcurridos entre la siembra y el nacimiento del brote (pueden ser 7 años), la semilla del bambú desarrolla un sistema de raíces complejo y resistente, que asegurará la sostenibilidad de la planta en su madurez. Por todo esto, el cultivo del bambú se realiza a partir de tallos, que enraízan y crecen rápidamente. Una vez que la planta alcanza toda su altura y madurez y después de 6 años aproximadamente, el tallo (verde) se convierte en madera, por un proceso que se conoce como lignificación, y en este punto es cuando se suele recolectar.

De esta cualidad reproductora del bambú, nace en Japón una metáfora que compara el nacimiento del bambú con la vida de las personas; ya que explica que los largos y duros años de preparación y aprendizaje en los que parece que no pasa nada y no se avanza, en realidad sirven de base para un futuro crecimiento personal fuerte y próspero. Esta mentalidad es uno de los pilares de la filosofía japonesa.

El bambú es simple, sencillo y sin adornos; es resistente, flexible, aislante y con una gran capacidad de adaptación; por todas sus peculiaridades, el bambú puede representar la paciencia, la vitalidad y la honestidad; es símbolo de prosperidad, pureza e inocencia, atrae la abundancia para la vida o el trabajo y aleja a los malos espíritus.

Según el número de varas de bambú que coloquemos, tendrá un significado distinto, por ejemplo, 3 varas simbolizan 3 aspectos de la vida, la longevidad, la abundancia y la felicidad. Si juntamos 7 varas de bambú, estaremos atrayendo la buena salud, o si hacemos una torre atada con muchas varitas de bambú estaremos simbolizando que queremos seguir creciendo en nuestro aspecto personal o aumentando los beneficios de nuestro negocio.

En el distrito de Arashimaya, en la ciudad de Kyoto, un curioso y singular espectáculo visual y sonoro llega a ser impactante. En este lado de la ciudad, los enormes tallos de los bambúes conforman todo un bosque casi sagrado para los nipones. Cuando sopla el viento, las ráfagas de aire se cuelan entre cada una de estas plantas.

Los tallos huecos recogen el sonido del viento y como si de un concierto y representación musical se tratase, atrae cada día a miles de visitantes que asisten entusiasmados y sorprendidos, a una increíble sinfonía de la naturaleza. Este pequeño bosque, ofrece un encantador paseo a través de un sendero, brindando imágenes de sutil belleza al estilo nipón.

El bosque de bambú acompaña al visitante durante el paseo y hasta el templo Zen de Tenryu-ji, uno de los máximos exponentes del espíritu sintoísta de la ciudad que rivaliza, aún hoy con Tokio, a nivel espiritual.

La combinación de credos marcadamente relacionados con el budismo imprimió a estos lares de un profundo carácter religioso que, particularmente queda plasmado en sus jardines. Húmedos y secos, representan el paraíso para cualquier nipón. Es por eso, por lo que el ritmo de las estaciones se combina de forma magistral.

Cada época del año tiene un especial dramatismo. En otoño, por ejemplo, el bosque de bambúes que rodea al santuario, se tiñe de un color ocre extraordinario. Para cualquier habitante de esta ciudad, el jardín es imprescindible. Cada casita posee su correspondiente ‘parterre’, tanta es la vinculación entre la verde naturaleza y el espíritu.

Por eso, templos como Tenryu-ji, Entsuu o Fushimi-Inari Taisha, el más conocido de todo Japón, en una colina al Sur de Kyoto, concentran la sabiduría del País del Sol Naciente, del País del Crisantemo.