martes, 11 de octubre de 2011

"Unmei no akai ito": el hilo rojo del destino

Como veréis, nada tiene que ver este artículo con el ikebana; por ello, me he tomado esta pequeña licencia y contaros una bonita historia, cuento o leyenda japonesa acerca del destino, del destino entre las personas.

Siempre he creído que todas nuestras acciones tienen un destino, independientemente si llegan a buen puerto o no; las situaciones, los hechos ocurren o no ocurren por un porqué que a veces no conseguimos entender.


Los japoneses tienen la creencia de que las personas predestinadas a conocerse se encuentran unidas por un hilo rojo atado al dedo meñique. Es invisible y permanece atado a estas dos personas destinadas a encontrarse, independientemente del momento de sus vidas en el que las personas vayan a conocerse, a pesar y sin importar el tiempo, el lugar, las circunstancias…. Muchas veces este hilo es tan largo que nunca podemos encontrar a la persona atada al otro extremo, en otros casos el hilo está roto y nunca nos lleva a ningún sitio; el hilo se podrá enredar y liar, se podrá tensar y estirar, pero nunca se podrá romper, una muestra del vínculo que existe entre ellas.


Existen varias leyendas acerca de cómo surge el hilo rojo del destino. Una de estas leyendas, surge cuando se descubre que la arteria lunar conecta el corazón con el dedo meñique. Al estar unidos por esa arteria se comenzó a decir que los hilos rojos del destino unían los meñiques con los corazones; es decir, simbolizaban el interés compartido y la unión de los sentimientos.

Durante el Periodo Edo (1603 a 1867) algunas mujeres se amputaban el dedo meñique para demostrarles su amor a sus maridos. Se consideraba un símbolo de completa lealtad, algo similar a lo que hacen y siguen haciendo los “yakuzas” hoy en día como símbolo de obediencia a su “oyabun” (jefe), (aunque en este último caso también se atribuye esa amputación a su descendencia samurái y a su imposibilidad así de manejar la espada). Por eso en japonés, los kanjis de “promesa de meñique” significan “dedo cortado”. Los japoneses suelen cerrar promesas haciendo una “promesa de meñique”, como a la que corresponde esta canción infantil:

“Yubikiri genman, uso tsuitara hari senbon nomasu… ♪”
“Promesa de meñique, si miento me tragaré mil agujas…♪”

Otra leyenda sobre el hilo rojo, cuenta como un anciano que vive en la luna, sale cada noche y busca entre las almas aquellas que están predestinadas a unirse en la tierra, cuando las encuentra las ata con un hilo rojo para que no se pierdan y puedan encontrarse.

Pero posiblemente la leyenda o cuento más popular y la que se recita y cuenta en casi todos los hogares japoneses es la siguiente: “hace mucho tiempo, un emperador se entero de que en una de las provincias de su reino vivía una bruja muy poderosa que tenía la capacidad de poder ver el hilo rojo del destino y la mando traer ante su presencia.

Cuando la bruja llegó, el emperador le ordeno que buscara el otro extremo del hilo que llevaba atado al meñique y lo llevara ante la que sería su esposa; la bruja accedió a esta petición y comenzó a seguir y seguir el hilo. Esta búsqueda los llevo hasta un mercado en donde una pobre campesina con una bebe en los brazos ofrecía sus productos. Al llegar hasta donde estaba esta campesina, se detuvo frente a ella y la invito a ponerse de pie e hizo que el joven emperador se acercara y le dijo : “Aquí termina tu hilo” , pero al escuchar esto , el emperador enfureció creyendo que era una burla de la bruja , empujo a la campesina que aun llevaba a su pequeña bebe en los brazos y la hizo caer haciendo que la bebe se hiciera una gran herida en la frente , ordeno a sus guardias que detuvieran a la bruja y le cortaran la cabeza.

Muchos años después, llego el momento en que este emperador debía casarse y su corte le recomendó que lo mejor era que desposara a la hija de un general muy poderoso. Aceptó y llegó el día de la boda y el momento de ver por primera vez la cara de su esposa, la cual entro al templo con un hermoso vestido y un velo que la cubría totalmente.

Al levantarle el velo vio por primera vez que este hermoso rostro tenía una cicatriz muy peculiar en la frente.“

En nuestra vida, podemos conocer a muchas personas, pero siempre existen aquellas que son especiales y es como que hay algún lazo invisible que nos une a estas personas para siempre.

Tal vez esta leyenda tenga parte de verdad, porque es innegable que existe algo que nos une y hace encontrarnos con la persona adecuada o destinada.