martes, 12 de agosto de 2014

Wabi-sabi: estética y belleza de lo efimeramente imperfecto

En el artículo anterior “Mono no aware: sensibilidad por y para la belleza”, hablé de un concepto que hacía referencia a esa especial sensibilidad del arte y cultura japonesa, este concepto junto a él “wabi-sabi”, estos dos términos parecidos y ligados, hacen del mundo artístico japonés sea tan particular y especial.

A groso modo y de manera general podríamos definir el Wabi-sabi como un término estético japonés que describe a objetos o ambientes caracterizados por su simpleza rústica. El wabi-sabi combina la atención a la composición del minimalismo, con la calidez de los objetos provenientes de la naturaleza. A través de este concepto el autor, el artista logra comunicar emociones con su arte, bien sean las palabras, bien sean las líneas de un dibujo, el trazo de una caligrafía o las líneas de un ikebana.


Este concepto estético que empezó a desarrollarse a partir del budismo zen y que impregna cada valor artístico japonés de esa capa “zen” que muchas veces es tan imposible de explicar para un occidental. Cuando vemos una película japonesa, leemos un libro, admiramos un ikebana, saboreamos sus platos… Todo tiene una extraña sensación que los europeos solemos definir como “muy zen”. Las palabras wabi y sabi no se traducen fácilmente. Wabi inicialmente refería la soledad de vivir en la naturaleza, lejos de la sociedad, mientras que sabi significaba "frío", "flaco" o "marchitado". Hacia el siglo XIV estos términos comenzaron a cambiar, adquiriendo connotaciones más positivas.


Wabi ahora connota simpleza rústica, frescura o quietud, siendo aplicable tanto a objetos naturales como hechos por el hombre, o elegancia subestimada. También se puede referir a peculiaridades o anomalías que surgen durante el proceso de construcción y dotan de elegancia y unicidad al objeto. Sabi es la belleza o serenidad que aparece con la edad, cuando la vida del objeto y su impermanencia se evidencian en su pátina y desgaste, o en cualquier arreglo visible.



Eso es precisamente el wabi-sabi: hacer de la imperfección, la asimetría y la menudencia el germen de la belleza. Algunas características de la estética wabi-sabi son la asimetría, aspereza, sencillez o ingenuidad, modestia e intimidad, y sugiere además un proceso natural. Es algo tan diferente de nuestra concepción de lo hermoso que es complicado de entender para nosotros, que nos regimos por la idea de perfección y belleza de los griegos. 



Esta corriente japonesa estética y de comprensión del mundo se basa en la fugacidad e impermanencia. Para los japoneses,  la idea de belleza radica en lo hermosamente imperfecto; esa piedra tan impura, con diferentes tonalidades de grises y cuya forma dista mucho de ser el círculo perfecto, esa rama tronchada o ese capullo que comienza a florecer. 


Por ello este concepto alcanza su mayor esplendor en las numerosas artes japonesas que durante los últimos milenios se han visto influidas por el Zen, especialmente en cuanto a la aceptación y contemplación de la imperfección, el fluir constante y la impermanencia de todas las cosas.  Artes más conocidas en occidente, como la ceremonia del té japonés o “sado”: decoración austera, movimientos lentos y silencio, el haiku, los jardines zen, las ceremonias en las artes marciales, la presentación en la gastronomía japonesa, Honkyoku (música tradicional para shakuhachi de los monjes Zen), alfarería japonesa (Hagi ware) y por supuesto en el arte del ikebana, con la sencillez de sus líneas y elementos, logrando ese equilibrio y armonía que lo caracteriza.



Así definen Wabi-sabi, reconocidos escritores y diseñadores:

Según el diseñador Leonard Koren, autor del libro Wabi-Sabi: for Artists, Designers, Poets and Philosophers, se refiere a aquella belleza imperfecta, impermanente e incompleta.

Andrew Juniper escritor afirma que: Si un objeto o expresión puede provocar en nosotros una sensación de serena melancolía y anhelo espiritual, entonces dicho objeto puede considerarse wabi-sabi.

Richard R. Powell lo resume diciendo que: Ello (el wabi-sabi) cultiva todo lo que es auténtico reconociendo tres sencillas realidades: nada dura, nada está completado y nada es perfecto.



La sensación de ver la belleza en la imperfección es el wabi-sabi. Es la austeridad hecha felicidad. Sería como un pobre dichoso, una persona que no tiene nada de valor por fuera pero en su interior esconde un valor supremo.