Dicen que uno de los momentos del año más especiales para visitar Japón, es durante la primavera; entre mediados de marzo y principios de abril, la flor del cerezo o Sakura, como se conoce en Japón, florece en pleno esplendor. Durante el invierno los árboles de cerezo permanecen desnudos y cubiertos de verdes hojas en el resto de estaciones, pero hacia el inicio de la primavera florecen, decorando e inundando los parques con una espectacular apariencia de nubes blancas y rosadas. Realmente todo el país se colorea, cobra vida y los paisajes se vuelven irresistibles.
El cerezo es uno de los símbolos más conocidos de la cultura japonesa, posiblemente sea la flor y el árbol más típico del Japón, presente en su arte y en su literatura.
A los japoneses les encanta esta pequeña, rosa y blanca flor que inunda los árboles. No florecen todos al mismo tiempo en todo el territorio japonés, como hay variaciones en el clima van floreciendo paulatinamente, así que mientras en el sur del país lo pueden estar festejando en alguna otra parte del país pueden estar aguardando con impaciencia. Incluso los canales de noticias informan día a día en una especie de cuenta regresiva el florecimiento del Sakura para que la gente esté preparada.
Mi profesora al igual que otros conocidos que han tenido oportunidad de contemplar los cerezos en flor, cuentan que es un hermoso espectáculo; un día los árboles están desnudos y pelados y al otro vemos un paisaje blanco y rosado, delicado, que cubre las calles y los parques. Hay cantidad de especies de Sakura extendidas por todo Japón, a veces kilómetros y kilómetros de árboles florecidos.
En Japón se realiza el festival de Hanami, en su honor puesto que es su flor más significativa (pero no la oficial, la oficial es el crisantemo que es el símbolo imperial). El florecimiento del Sakura es la ocasión esperada para que los familiares y amigos se reunen en los parques con cerezos bajo la copa y sombra de los mismos y a modo de "pic nic", comparten alimentos mientras celebran la aparición de las flores, contemplan el Sakura, festejan la vida. Lo mejor es estar atentos, comprar comida, bebida y salir corriendo a un parque para reservar y coger un buen sitio ya que después es imposible encontrar un tranquilo rincón.
Conviene darse prisa y no dejar para mañana la visita que podéis hacer hoy. Las flores del cerezo son delicadas, suelen caer muy pronto con el viento y es posible que al día siguiente de su florecimiento comiencen a desarmarse, y aunque la lluvia de pétalos también es preciosa no es lo mismo. Así, se puede disfrutar de su belleza y al caer en su plenitud, no da tiempo a verla marchitar.
El Sakura, la flor del cerezo representa y aparece de cierta manera como símbolo de la vida y la muerte (lo efímero); la belleza y la muerte se suceden de manera muy rápida; estos conceptos tienen una presencia implícita en todos los gestos de la vida cotidiana, al encauzarlos en busca de la paz interior, provocamos que en todo momento nuestros comportamientos estén de acuerdo con las leyes de la Naturaleza y del Universo; no como algo que va a ocurrir, sino como algo que ocurre. O sea, es un sentimiento real.
Este "ikebanaka" no conoce Japón, cuando pueda y tenga ocasión lo haré; lo que tengo claro que procuraré viajar de modo que mi estancia en el País del Sol Naciente, coincida con la floración de los cerezos; me imagino allí, debajo de un cerezo y contemplando el Sakura.
Podrías ver este maravilloso espectáculo muuuuucho más cerquita y va ser yaaaa. VALLE DEL JERTE: La floración de los cerezos se suele producir durante la segunda quincena de marzo y primera semana de abril.
ResponderEliminarDate prisa Pablo, que llegas...
¡¡¡¡Qué bonito, Pablo, qué bonito!!!!
ResponderEliminarEs una de mis cuentas pendientes, el viaje al Sakura japonés, a su lluvia de pelusilla blanca cuando la brisa mece las ramas y yo, debajo, mojándome con los pétalos blancos. Todo se andará.
Mientras esto llega, que llegará, el Jerte es un buen remedio de transición, de una belleza tremenda y que se puede contemplar desde lo alto, como si nos situáramos por encima de las nubes para después sumergirte por debajo. Es bellísimo pero... sometido al barullo español de los gritos contemplativos (que el silencio no es precisamente lo nuestro).
Pués eso, a disfrutar del barullo,"en flor" hasta que llegue el día de hacer el camino hasta el slencio contemplativo.
¡Qué bonito, Pablo! Gracias por ponerlo.
Un beso,
Carmen (ex-compi ikebanaka)