Sin duda el "shunbun no hi" o Fiesta del Equinoccio Primaveral, adquiere este año un inusual significado y respeto, debido a los trágicos acontecimientos del pasado 11 de marzo, el carácter festivo del día pasa a segundo lugar, yo diría que hasta desaparece. A los ya fallecidos por otras causas, han de sumarse los más de 20.000 fallecidos y desaparecidos, expeluznante cifra. Un "shunbun no hi", más respetuoso que nunca; miles de japoneses, no podrán honrar a sus fallecidos pues igual que han desaparecido pueblos y ciudades, han desaparecido los lugares de culto y visita. Permanecerán en la memoria y recuerdo de todos. Esta tradicional fiesta nacional se celebra en torno al 21 de marzo y coincide con la entrada del equinoccio vernal, momento del año en que los días tienen una duración igual a la de las noches.
La cultura japonesa, rinde un gran respeto a las personas mayores y a las ancestros de la familia. Aprovechan este día para remarcar la importancia del respeto a estas personas; tradicionalmente en Japón, es el día indicado para convivir con la naturaleza y demostrar el aprecio, admiración y respeto hacia ella, por todos los seres vivos y en especial por los ancestros y difuntos; algo muy en consonancia con el pensamiento shinto propio de Japón, pero también la veneración y sumo respeto hacia los difuntos, la vertiente budista de la celebración. Podríamos decir que es el similar al Día de Todos los Santos en España. El periodo de siete días que empieza tres días antes al equinoccio de primavera se llama “higan”, y durante el mismo se recuerda a los fallecidos, ausentes y antepasados; las familias hacen ofrendas en los altares budistas que tienen en sus casas y se visitan sus tumbas para mostrar respeto por ellos, las tumbas son limpiadas y adornadas con las flores de la temporada, se hacen ofrendas florales, se quema incienso, se rezan oraciones.
El origen de esta celebración es desconocida, aunque antiguamente se venía celebrando el “Shunki kōrei-sai”, una antigua “versión” imperial de esta fiesta, que proviene del siglo VIII y era un día de culto por parte de la familia imperial a los espíritus de sus antecesores; entonces el emperador dictó una ordenanza relativa a su observancia y a partir de la Era Meiji, se convirtió en un día de fiesta nacional.
La palabra “higan” significa "la otra orilla", un término budista que viene de la idea de que hay un río que marca la división entre la vida y el otro mundo, el mundo de la salvación: "Este río está lleno de ilusión, pasión y dolor, y sólo por cruzar a la otra orilla se puede obtener iluminación y entrar en el nirvana. Se dice que, cuando la noche y el día son iguales Buda aparece en la tierra para salvar a las almas perdidas y les ayudan a hacer la travesía. " Así la visita de la familia al cementerio o lugares de culto, ;en esta ocasión es un acontecimiento feliz; aunque este año, creo que será una excepción.
Como en casi todas las fiestas japoneses, existen platos tradicionales y típicos para la celebración; en este caso son los “ohagi”, bolas de arroz cocido y envueltas en una pasta dulce de judías, presentan esta forma redonda pues, según la creencia, los espíritus la prefieren así; sirve de ofrenda en los altares budistas, junto con el sake, para que los difuntos tengan algo que comer mientras viajan hacia el “higan” (la orilla del otro mundo).
Dada la larga historia de Japón como una sociedad agrícola del equinoccio de primavera también se celebra por los agricultores japoneses y es una oportunidad para orar por las cosechas abundantes y sanas. La celebración de higan y el correspondiente cambio de las estaciones está tan arraigado en la sociedad que es conmemorado en un proverbio japonés común: "Atsusa samusa mo Higan made" algo así como que el frío llega hasta la entrada del equinoccio; en Japón se dice que el frío del invierno, finalmente desaparece después del “shunbun no hi”, momento en que el “sakura” o cerezos en flor, el símbolo más popular del inicio de la primavera, comienza a florecer.
La cultura japonesa, rinde un gran respeto a las personas mayores y a las ancestros de la familia. Aprovechan este día para remarcar la importancia del respeto a estas personas; tradicionalmente en Japón, es el día indicado para convivir con la naturaleza y demostrar el aprecio, admiración y respeto hacia ella, por todos los seres vivos y en especial por los ancestros y difuntos; algo muy en consonancia con el pensamiento shinto propio de Japón, pero también la veneración y sumo respeto hacia los difuntos, la vertiente budista de la celebración. Podríamos decir que es el similar al Día de Todos los Santos en España. El periodo de siete días que empieza tres días antes al equinoccio de primavera se llama “higan”, y durante el mismo se recuerda a los fallecidos, ausentes y antepasados; las familias hacen ofrendas en los altares budistas que tienen en sus casas y se visitan sus tumbas para mostrar respeto por ellos, las tumbas son limpiadas y adornadas con las flores de la temporada, se hacen ofrendas florales, se quema incienso, se rezan oraciones.
El origen de esta celebración es desconocida, aunque antiguamente se venía celebrando el “Shunki kōrei-sai”, una antigua “versión” imperial de esta fiesta, que proviene del siglo VIII y era un día de culto por parte de la familia imperial a los espíritus de sus antecesores; entonces el emperador dictó una ordenanza relativa a su observancia y a partir de la Era Meiji, se convirtió en un día de fiesta nacional.
La palabra “higan” significa "la otra orilla", un término budista que viene de la idea de que hay un río que marca la división entre la vida y el otro mundo, el mundo de la salvación: "Este río está lleno de ilusión, pasión y dolor, y sólo por cruzar a la otra orilla se puede obtener iluminación y entrar en el nirvana. Se dice que, cuando la noche y el día son iguales Buda aparece en la tierra para salvar a las almas perdidas y les ayudan a hacer la travesía. " Así la visita de la familia al cementerio o lugares de culto, ;en esta ocasión es un acontecimiento feliz; aunque este año, creo que será una excepción.
Como en casi todas las fiestas japoneses, existen platos tradicionales y típicos para la celebración; en este caso son los “ohagi”, bolas de arroz cocido y envueltas en una pasta dulce de judías, presentan esta forma redonda pues, según la creencia, los espíritus la prefieren así; sirve de ofrenda en los altares budistas, junto con el sake, para que los difuntos tengan algo que comer mientras viajan hacia el “higan” (la orilla del otro mundo).
Dada la larga historia de Japón como una sociedad agrícola del equinoccio de primavera también se celebra por los agricultores japoneses y es una oportunidad para orar por las cosechas abundantes y sanas. La celebración de higan y el correspondiente cambio de las estaciones está tan arraigado en la sociedad que es conmemorado en un proverbio japonés común: "Atsusa samusa mo Higan made" algo así como que el frío llega hasta la entrada del equinoccio; en Japón se dice que el frío del invierno, finalmente desaparece después del “shunbun no hi”, momento en que el “sakura” o cerezos en flor, el símbolo más popular del inicio de la primavera, comienza a florecer.