jueves, 25 de marzo de 2010

¡Y también, sakura "castizo y chulapón"!

Hace unos días y de manera casual, mientras paseaba a Sockers, mi perrillo, por donde lo hacemos habitualmente, me percaté de un grupo de arboles que estaban floreciendo. Cuál fue mi sorpresa que al acercarme me di cuenta que eran cerezos, cerezos que después de esta perezosa primavera, por fin empiezan a florecer. Continué el paseo y observé que había más cerezos plantados a lo largo de todo el trayecto junto con otro tipo de arboles. En algunas zonas los cerezos aún no han florecido, aunque sus brotes están a punto de “estallar”.


Esta zona se encuentra junto a la ribera del Manzanares, dentro de las obras de remodelación del Río Manzanares (Madrid Río), concretamente hablo de la Avenida de Portugal, que se ha convertido en una nueva y bonita avenida en forma de bulevar, ideal para el paseo, que ocupa la antigua salida de la carretera de Extremadura, actualmente soterrada bajo este.

El Ayuntamiento ha plantado 1.400 árboles, de los cuales 700 son cerezos, cerezos de especies distintas que brotan en diferentes épocas; de este modo se alarga la floración y podremos disfrutar más tiempo de estas bonitas estampas.

Como curiosidad, si podemos ver la zona “a vista de pájaro”, observaremos que el empedrado utilizado en el bulevar “dibuja” y reproduce las formas de la flor del cerezo. Esto es un guiño al anteriormente comentado Valle del Jerte, pues como he dicho, el bulevar se ubica en la soterrada autovía de Extremadura, ruta de salida hacia el Jerte.

Creo que no tengo disculpa para organizar mi particular hanami bajo este sakura “castizo y chulapón”, prepararé mi picnic, y aunque la típica comida en el hanami suele ser dango, yakitori, onigiri, oden, sushi rolls, inarizushi, teppanyaki (alguna las he probado otras las desconozco), acompañado con sake o cerveza, creo que no habrá problema en añadir o sustituir por algo más “castizo” y español como la tortilla de patatas, los filetes empanados, los pimientos fritos, la ensaladilla rusa, la sangría .....

No son los jardines de Kenroku o Katsure en Japón, no es el Valle del Jerte, es Madrid, es mi barrio, pero la visión de los cerezos agrupados, formando una gran mancha blanca y como fondo el Palacio Real, la Catedral de la Almudena o los emblemáticos edificios de Plaza de España, os aseguro que no tiene desperdicio; ¡si es que ya lo dicen: “de Madrid al cielo, y en el cielo, un agujerito para verlo”!

¡Te espero, nos vemos junto al sakura “castizo y chulapón”!

jueves, 18 de marzo de 2010

Sakura "made in Spain"

Para los que por los motivos que sean, de momento no hemos podido viajar a Japón para contemplar el Sakura y mientras "hacemos hucha"; los que gozamos de vivir en España, tenemos otra opcion mucho más cercana y comparable que no deja de ser un verdadero espectáculo para los sentidos. Por si solo, un simple cerezo en flor es digno de contemplar y admirar.

Entre dos montañas en la provincia de Cáceres y muy cerca de Portugal, hay una comarca, el Valle del Jerte, en la que una vez al año y por sólo unos días, ve como sus colinas y laderas aparecen nevadas de flores blancas. Cuando empiezan a desaparecer las nieves de las cumbres, otro blanco se extiende por sus laderas, el blanco puro y aromático de la flor del cerezo, se produce un hecho espectacular e irrepetible que llena de emoción a todos aquellos que lo contemplan. Un millón de cerezos cubren de flores el campo, un paraíso teñido de blanco, el paisaje es sensacional puesto que el blanco de los pétalos llena de belleza y luminosidad el paisaje dando la sensación de que ha caído una inmensa nevada. El magnífico olor de las flores hace que la primavera sea muy especial en todo el valle. La floración de los cerezos, se suele producir durante la segunda quincena de marzo y primera semana de abril, todo dependerá de la climatología y tiene una duración aproximada de 10 días en condiciones climatológicas normales.

Este año con el invierno tan frio y lluvioso que hemos sufrido, se prevé que sea para finales de marzo y principio de abril; ¡aún estamos a tiempo!.

Tan especial es este momento que durante la última quincena de marzo, los habitantes de la comarca celebran el acontecimiento con la Fiesta del Cerezo en Flor, una gran fiesta que inaugura la temporada de la cereza, una de las frutas más exquisitas de la temporada; organizando y festejando con diferentes actividades, exposiciones, degustaciones, verbenas, rutas, romerías entre los distintos pueblos de la comarca.

Al igual que ocurre con el Sakura japonés (según me han contado), el poder contemplar el Sakura español hace sentirte tranquilo y relajado, con una sensación de paz, serenidad e incluso alegría. Te lo podría contar, lo podría relatar y describir, pero si tienes ocasión y posibilidad, lo mejor es vivirlo; yo en dos ocasiones he tenido ese privilegio: no podemos ir con prisas, déjate llevar por los sentidos, viaja tranquilo, para de vez en cuando, siéntate al lado del camino, escucha el murmullo de los arroyos, recorre antiguos caminos de peregrinos y emperadores, busca rincones escondidos donde “escuchar” la naturaleza, en los numerosos miradores para y respira profundamente, extiende la vista hasta que se pierda ……; el espectáculo en verdad, lo merece.

Dicen que no hay dos sin tres, creo que volveré, bueno volveremos....................

martes, 16 de marzo de 2010

Jardín Japonés: Jardín Zen (Parte II)

El Jardín Zen o “kare sansui” es el estilo de jardín japonés seco que consiste en un campo de arena poco profunda y que contiene arena, grava, rocas y ocasionalmente hierba, musgo y otros elementos naturales.

Estos jardines llegaron a la isla hacia el siglo XIII, junto al budismo Zen que se extendía en muchas direcciones desde China. Esta doctrina predicaba una vida austera y largos periodos de meditación para clarificar la mente y conseguir un apacible estado de armonía. Esta filosofía se fundió con los principios de estética japoneses y su amor por la naturaleza, manifestándose en muchas de las artes niponas. Durante el periodo de los samuráis, el Zen se popularizó como una disciplina imprescindible para elegir con acierto el camino más adecuado en los momentos difíciles. En aquellos años se colocaron los primeros jardines Zen en los templos, el lugar que por excelencia se dedicaba a la meditación y donde todo se encontraba en su justo lugar para crear y transmitir armonía y equilibrio.

Todos los jardines están diseñados para ser contemplados desde el interior de la vivienda. El jardín se incorpora a la estructura de la casa, que no tiene muros, sino paneles de papel que se desplazan para dejar a la vista el jardín; son jardines-escena, y por tanto de dimensiones limitadas.

En Europa las zonas verdes se caracterizan por una rígida simetría. Precisamente esto es lo que falta en un jardín zen. La tranquilidad no debe proceder de la regularidad y las repeticiones, sino del enfoque que conecta con la propia naturaleza.

El jardín Zen es sobrio, austero y abstracto a la vez que posee una estética exquisita. Con unos medios mínimos se intenta conseguir un efecto máximo. Se trata sobre todo del arte de suprimir cosas. Justo por esta limitación se potencia el efecto y se apela a la imaginación.

Según la doctrina del budismo zen, el hombre debe aspirar a vivir en armonía consigo mismo. Esto se logra por medio de la meditación, y un jardín semejante, creado según directrices especiales, se presta por excelencia a este fin. Un jardín zen sirve de maravilla para tranquilizarse sin distracción y en armonía con el entorno. Su mayor ventaja desde luego no está en el mantenimiento del mismo. Al contrario: una vez creado, éste se debe dejar en paz, para sólo disfrutar de su presencia.

Nacieron con la idea de representar el cosmos, de forma que las piedras representan las islas, las montañas, la arena el océano y el escasísimo musgo, el bosque; por ello el simbolismo tiene gran importancia: la arena o grava rastrillada, por ejemplo, representa el océano, un mar en calma y la ausencia de los malos pensamientos, las actitudes y emociones negativas de pensamientos. Un espacio de arena perfectamente alisado representa la inmensidad del mar. Los surcos pueden simbolizar los diferentes caminos que emprendemos en la vida. El agua corriente es como la fuente de la vida. Las piedras representan los obstáculos o las experiencias de la vida. Las que son irregulares y asimétricas contienen una mayor carga de energía positiva; en un plano físico, representan las montañas.

En la filosofía Zen nada pasa por casualidad y todo tiene una causa y un efecto.
El jardín zen ayuda a conseguir un estado de relajación superior y propicia la meditación, creando un ambiente de tranquilidad, vitalidad y serenidad.

Si bien esta tradición se remonta a tiempos inmemorables, se ha mantenido en el tiempo y están viviendo actualmente, un interesante resurgir, sobre todo en Occidente.

lunes, 15 de marzo de 2010

Jardín Japonés: Jardín Zen (Parte I)

Cuando en alguna ocasión hemos tenido oportunidad de ver algún jardín japonés, bien en directo o en una película, documental, reportaje o fotografía; no nos ha dejado indiferente la belleza y armonía que transmiten.

Posiblemente los jardines, sean una de las riquezas culturales de Japón que atrae cada año a millones de visitantes y turistas, forman parte de la tradición y la arquitectura japonesa y no sólo son importantes en lugares públicos, sino que se integran en las propias casas de los ciudadanos japoneses, aunque sea de reducidas dimensiones y como si de una religión se tratase.

Desde hace trece siglos, la cultura y arte del Japón diseña espacios de meditación en comunión con la naturaleza. Representan el universo, el paisaje mismo del país, consiguiendo una perfecta percepción de la realidad. Esta tradición paisajística se basa en un antiguo escrito del siglo XII, el Sakuteiki, que explica cómo diseñar el jardín sobre el principio del equilibrio inestable, siempre a punto de romperse (al igual que el Ikebana representa el equilibrio entre el Hombre, el Cielo y la Tierra) y cómo distribuir los diferentes elementos para conseguir un espacio que transmita serenidad y represente la belleza propia de la naturaleza.

Chisao Shigemori, prestigioso diseñador de jardines asegura que: "el sintoísmo, el confucionismo y el zen nos enseñan que el hombre no estaría completo sin la naturaleza. Sería como un huérfano si no se sintiera hermano del agua, las plantas o las rocas”.

Un jardín japonés se debe contemplar y admirar, como si observásemos un cuadro, una pintura, dejaremos abierta nuestra mente; es como sumergirse en un sueño en el que las rocas son montañas, donde la grava se modela en forma de ondas provocadas por la caída de una gota imaginaria en un estanque, donde los cerezos en flor rivalizan por ser el más bello y espectacular, donde las cañas de bambú, al moverse, dejan oír la música de sus emociones; esta contemplación nos produce y transmite serenidad, vitalidad, relajación, calma, armonía, equilibrio……

Los elementos característicos que podemos encontrar en un jardín japonés son: rocas y piedras, casas o pabellones de te, islas, estanques con peces de colores, puentes, linternas y farolillos, recipientes de piedra, mobiliario de madera... En cuanto a vegetación, podemos apreciar y distinguir gran variedad de plantas, arboles, flores y arbustos como musgo, bambú, pino negro japonés, cotoneaster, rododendro, azalea, arce japonés, viña ornamental, hosta, helecho, estrelizia, lirio, cerezo, ciruelo, crisantemo, glicinia…...

Se pueden distinguir diferentes tipos de jardines, cada uno tiene su propio fin (observar, meditar, contemplar….), sea cual sea, suelen cumplir las expectativas de los visitantes: jardines de paseo, jardines de aposento, jardines de té, jardines de contemplación.

Los jardines japoneses son obras de arte, visiones idealizadas que expresan la belleza de la naturaleza y valores espirituales, intentando reinterpretar, transformar y abstraer la naturaleza más que copiarla.

lunes, 1 de marzo de 2010

Sakura y Hanami

Dicen que uno de los momentos del año más especiales para visitar Japón, es durante la primavera; entre mediados de marzo y principios de abril, la flor del cerezo o Sakura, como se conoce en Japón, florece en pleno esplendor. Durante el invierno los árboles de cerezo permanecen desnudos y cubiertos de verdes hojas en el resto de estaciones, pero hacia el inicio de la primavera florecen, decorando e inundando los parques con una espectacular apariencia de nubes blancas y rosadas. Realmente todo el país se colorea, cobra vida y los paisajes se vuelven irresistibles.

El cerezo es uno de los símbolos más conocidos de la cultura japonesa, posiblemente sea la flor y el árbol más típico del Japón, presente en su arte y en su literatura.

A los japoneses les encanta esta pequeña, rosa y blanca flor que inunda los árboles. No florecen todos al mismo tiempo en todo el territorio japonés, como hay variaciones en el clima van floreciendo paulatinamente, así que mientras en el sur del país lo pueden estar festejando en alguna otra parte del país pueden estar aguardando con impaciencia. Incluso los canales de noticias informan día a día en una especie de cuenta regresiva el florecimiento del Sakura para que la gente esté preparada.

Mi profesora al igual que otros conocidos que han tenido oportunidad de contemplar los cerezos en flor, cuentan que es un hermoso espectáculo; un día los árboles están desnudos y pelados y al otro vemos un paisaje blanco y rosado, delicado, que cubre las calles y los parques. Hay cantidad de especies de Sakura extendidas por todo Japón, a veces kilómetros y kilómetros de árboles florecidos.

En Japón se realiza el festival de Hanami, en su honor puesto que es su flor más significativa (pero no la oficial, la oficial es el crisantemo que es el símbolo imperial). El florecimiento del Sakura es la ocasión esperada para que los familiares y amigos se reunen en los parques con cerezos bajo la copa y sombra de los mismos y a modo de "pic nic", comparten alimentos mientras celebran la aparición de las flores, contemplan el Sakura, festejan la vida. Lo mejor es estar atentos, comprar comida, bebida y salir corriendo a un parque para reservar y coger un buen sitio ya que después es imposible encontrar un tranquilo rincón.


Conviene darse prisa y no dejar para mañana la visita que podéis hacer hoy. Las flores del cerezo son delicadas, suelen caer muy pronto con el viento y es posible que al día siguiente de su florecimiento comiencen a desarmarse, y aunque la lluvia de pétalos también es preciosa no es lo mismo. Así, se puede disfrutar de su belleza y al caer en su plenitud, no da tiempo a verla marchitar.
El Sakura, la flor del cerezo representa y aparece de cierta manera como símbolo de la vida y la muerte (lo efímero); la belleza y la muerte se suceden de manera muy rápida; estos conceptos tienen una presencia implícita en todos los gestos de la vida cotidiana, al encauzarlos en busca de la paz interior, provocamos que en todo momento nuestros comportamientos estén de acuerdo con las leyes de la Naturaleza y del Universo; no como algo que va a ocurrir, sino como algo que ocurre. O sea, es un sentimiento real.
Este "ikebanaka" no conoce Japón, cuando pueda y tenga ocasión lo haré; lo que tengo claro que procuraré viajar de modo que mi estancia en el País del Sol Naciente, coincida con la floración de los cerezos; me imagino allí, debajo de un cerezo y contemplando el Sakura.

lunes, 22 de febrero de 2010

Un mal día

Hoy no es buen día! hoy es uno de esos días en los que sientes un gran vació, las dudas te asaltan.........; pero este blog no es un consultorio sentimental y no estoy aquí para contar penas. Más que nunca, el ikebana me ayuda ha hacer más llevaderos estos tristes días. Estoy deseando llegar a casa para coger mis recipientes, mis kenzas y perderme entre las formas que caprichosamente puedan tener las ramas y flores , sacar al máximo la expresividad y belleza , desconectar, evadirme, pensar y recapacitar al tiempo que crear un ikebana que me aporte equilibrio y tranquilidad........., seguro que lo consigo, el ikebana es una perfecta terapia.

Asimismo, aprovecho para dar las gracias a las más de 300 visitas que he recibido y que se han interesado de un modo u otro por este blog, ver que tu blog en poco tiempo recibe todas estas visitas, es alentador; espero llegar a las 3000, para ello os invito a seguir con vuestras visitas y comentarios, que como bien digo: un blog se alimenta de tus comentarios; gracias.

jueves, 4 de febrero de 2010

Otros artes

Siempre me ha llamado la atención esa facilidad innata que poseen los japoneses de poder aunar, unir y fundir lo más moderno e innovador con los más tradicional y ancestral, la tecnología de vanguardia con las costumbres más antiguas.

Este blog habla primordialmente del Ikebana (arte floral japonés), uno de estos artes antiguos, ancestrales y tradicionales; pero también de otros que necesariamente van ligados al mundo Ikebana y otros que forman parte de la cultura japonesa. En el camino por saber, conocer y averiguar más sobre el Ikebana voy descubriendo otros artes, costumbres, disciplinas no menos fascinantes y tradicionales, así como sorprendentes y curiosas.

Se puede decir que el arte japonés es un arte religioso, ceremonial, amante de la naturaleza, refinado, protocolario, espiritual, contemplativo, sentimental, misterioso……..

Son muchos los artes, disciplinas y costumbres que la cultura y arte del Japón nos ofrece. La cultura y el arte japonés no es solo antiguo, milenario y ancestral, sino rico y variado; al igual que sucede con las innumerables Escuelas de Ikebana, los que enumero, ni son todos los que están, ni están todos los que son, desde lo más conocidos como el bonsái, la ceremonia del té, el kimono, la caligrafía, la pintura, la seda, el lacado, a los más desconocidos y curiosos como el furoshiki, el incienso, pasando por el shiatsu, las artes marciales, y así hasta un largo etc.

Los que a continuación trato de explicar, o bien están relacionados de alguna manera con el Ikebana, o simplemente me han llamado la atención por resultar sumamente curiosos.

La Ceremonia Japonesa del Té es una forma ritual de preparar té verde sirviéndose a un pequeño grupo de invitados en un entorno tranquilo. Dado que quien realice la ceremonia debe estar familiarizado con la producción y los tipos de té, además del kimono, la caligrafía, el arreglo floral, la cerámica, incienso y un amplio abanico de otras disciplinas y artes tradicionales además de las prácticas de la ceremonia en el colegio, el estudio de las mismas toma muchos años, a menudo una vida completa. Incluso para participar como invitado en una ceremonia del té formal se requieren conocimientos de los gestos y posturas adecuados y las frases que se esperan, la manera apropiada de tomar el té y los dulces y la conducta general en la sala del té.

El Kodo (camino de la fragancia), es el arte japonés de apreciación del incienso o Ceremonia del incienso, conlleva una conducta y códigos determinados, donde incluye todos los aspectos del proceso, desde las herramientas utilizadas, muchas de las cuales, igual que en la Ceremonia del té son objetos de arte, hasta actividades lúdicas. El Kodo es uno de los tres artes clásicos del refinamiento japonés, (kadō/ikebana/arreglo floral, kōdō/incienso, y chadō/Ceremonia del té), pero es relativamente desconocido en el Japón actual y la menos conocida de las tres. Cuando se practica Kodo, un plato de mica se coloca sobre brasas y dentro de este plato se colocan las maderas fragantes o el incienso. La madera no es directamente quemada pero ofrece su fragancias en forma sutil. Parece que todo gira alrededor del sentido del olfato, pero el secreto del Kodo esta en “percibir”, los participantes de la ceremonia no “huelen” la madera fragante o el incienso, en cambio ellos lo “perciben”, sin abrir tanto las fosas nasales a las fragancias sino su corazón y su espíritu.

El Shodo (camino de la escritura) es la caligrafía japonesa, es una de las bellas artes más populares en Japón. Se considera un arte y una disciplina muy difícil de perfeccionar y se enseña como una materia más a los niños japoneses durante su educación primaria. Proviene de la caligrafía China, y se practica a la usanza milenaria, con un pincel, un tintero donde se prepara la tinta china, pisapapeles y un pliego de papel de arroz. El shodō practica la escritura de caracteres japoneses hiragana y katakana, así como caracteres kanji derivados de la escritura china. Actualmente existen calígrafos maestros en este arte que son contratados para la redacción de documentos importantes. Además de requerir una gran precisión y gracia por parte del calígrafo, cada carácter kanji debe ser escrito según un orden de trazo específico, lo que aumenta la disciplina requerida a quienes practican este arte. La caligrafía japonesa no es solo la belleza, sino también es el sentido, en buena parte más complicado que significación de jeroglífico escrito con el pincel. La armonía y delicadeza de líneas no solo despiertan el placer estético, sino nos transmiten la sabiduría milenaria. Cada línea tiene su sentido, cada movimiento del pincel de calígrafo crea algo bello.

El Bonsai, palabra japonesa que significa literalmente bon = bandeja + sai = plantar y consiste en el arte de cultivar árboles y plantas, reduciendo su tamaño mediante técnicas, como el trasplante, la poda, el alambrado, el pinzado, etc., y modelando su forma para crear un estilo que nos recuerde una escena de la naturaleza. El arte del bonsái se originó en China hace unos dos mil años, como objeto de culto para los monjes taoístas. Para ellos era símbolo de eternidad, el árbol presentaba un puente entre lo divino y lo humano, el cielo y la tierra. Durante siglos la posesión y el cuidado de los bonsáis estuvo ligado a los nobles y a las personas de la alta sociedad. Según la tradición, aquellos que podían conservar un árbol en maceta tenían asegurada la eternidad. Un bonsái suele exponerse en un tokonoma (pequeño altar en las casa tradicionales)acompañado de un cartel (kakemono) y/o un arreglo floral (ikebana), o una planta de acento (kusamono), o un roca (suiseki).

El Origami es el arte de origen japonés del plegado de papel, para obtener figuras de formas variadas. En español lo conocemos como 'papiroflexia'. En el origami no se utilizan tijeras ni pegamento o grapas, tan sólo el papel y las manos. Por lo tanto, con sólo algunas hojas de papel pueden obtenerse distintos cuerpos geométricos (incluso a veces, poliedros) o figuras parecidas a la realidad. Las distintas figuras obtenidas a partir de una hoja de papel pueden presentar diferentes áreas (según la porción de papel que queda debajo de otra) y varios volúmenes. En mi escuela y durante el periodo de las Navidades, los Ikebanas que realizamos para Navidad y Año Nuevo, suelen ir acompañados de un origami, normalmente una grulla que simboliza larga vida y felicidad.

El Kimono es el vestido tradicional japonés, que fue la prenda de uso común hasta los primeros años de la posguerra. El término japonés mono significa ‘cosa’ y ki proviene de kiru, ‘llevar’. Los kimonos tienen forma de letra "pola" y llegan hasta las partes bajas del cuerpo, con cuellos escote en "tita" y amplias mangas. Hay varios tipos de kimonos usados por hombres, mujeres y niños. El corte, el color, la tela y las decoraciones varían de acuerdo al sexo, la edad, el estado marital, la época del año y la ocasión. El kimono se viste cubriendo el cuerpo en forma envolvente y sujetado con una faja ancha llamada obi. Antiguamente, el kimono se confeccionaba con un material rústico pero cuando Japón se fue influenciando por la cultura china y coreana, se introdujo la seda, haciendo que el kimono fuera un traje suntuoso.

El Suiseki es una roca esculpida por la fuerza de la naturaleza, apreciada y venerada porque posee la fuerza de sugerir con su forma un animal, un paisaje, un objeto. En general no es más pequeña que la mano humana. Un suiseki se puede presentar bien en una pequeña plataforma de madera tallada especialmente para albergarlo llamada daiza o sobre una bandeja grande y plana (suiban) llena de arena o de agua que nos ayuda a imaginarlo en un entorno natural. Un buen Suiseki tiene el poder de representar a los ojos del ser humano, en unos pocos centímetros, la tierra entera y el cosmos.

El Furoshiki es una de esas disciplinas o artes que no esta relacionada con el ikebana; pero por su curiosidad he querido explicar de que se trata. El Furoshiki es una tela cuadrangular tradicional de Japón, que es utilizada para envolver y transportar todo tipo de objetos, desde ropa y regalos hasta botellas de vidrio o cualquier otro objeto. En la cultura japonesa, resulta vergonzoso desperdiciar cualquier producto sin antes haber aprovechado al máximo sus posibilidades. Según los registros históricos, la aparición del furoshiki data del período Muromachi (entre los años 1392 a 1573); los ciudadanos de la época lo usaban para envolver sus ropas en los baños tradicionales japoneses (Ofuro), para no confundir o mezclar la ropa, así utilizaban el Furoshiki y dejaban su vestimenta encima de ella. Eventualmente su uso se difundió y comenzó a ser utilizada por comerciantes para proteger sus mercancías o sus regalos. Actualmente el Furoshiki está hecho de diferentes telas, incluyendo seda, algodón, rayón y nylon. Y aunque este arte se sigue ocupando en Japón, su uso ha ido decayendo, debido a la gran demanda de bolsas de plástico que existe hoy en día.